Las claves: Gastronomía – Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad – Ermita de Nuestra Señora del Villar – Lagunas de Ballesteros – Puente Palmero.
Una escapada relajante: Villar de Olalla merece la pena. Es un pueblo de Cuenca que destaca por su tranquilidad y está rodeado de naturaleza. Mientras paseamos por sus calles, conoceremos sus monumentos, podremos divertirnos en el campo de deportes o visitar parajes con aires mágicos donde nos dejaremos llevar por la imaginación y el relax. Esta localidad ha sido galardonada con el premio al turismo, se trata de un premio que Castilla La Mancha ha concedido a cinco de sus pueblos.
Para disfrutar: La gastronomía es algo típico del lugar. No nos podremos marchar sin probar las migas ruleras, la sopa de ajo, el conejo al ajillo o los borrachos. El arte también cabe en esta localidad y, por ello, podemos conocer la Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad donde el estilo que más predomina es el renacentista clásico. La otra construcción religiosa es la Ermita de Nuestra Señora del Villar, muy neoclásica. Los aledaños de la población nos sorprenderán con las Lagunas de Ballesteros, un complejo muy interesante y a siete kilómetros del municipio se halla el Puente Palmero, un paraje poblado de chopos, pinos, sauces y algunos matorrales.
Dónde dormir:La Hospedería Rural Ballesteros está dividida en una casa principal con cinco habitaciones, en dos apartamentos y en dos júnior suite. La decoración es una simbiosis de lo antiguo con lo moderno y juega con los colores. En otro apartado encontramos una barbacoa y un horno de leña. Las habitaciones tienen chimenea y podemos aprovechar los servicios del jacuzzi.
Hospedería Rural Ballesteros
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Dónde comer:Comeremos en el mismo alojamiento donde nos alojamos.
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